Sabiduría como meta, patria como destino.
Sabiduría como meta, patria como destino.
El seminario tiene como objetivo central desarrollar un enfoque histórico aplicado a las condiciones cognitivas que las ciencias en general presentan desde el siglo XIX. Se trata de historizar los proceso cognitivos que les son característicos. Tal objetivo se desarrollará a partir de una relectura del libro La arqueología del saber de Michel Foucault. Si duda el esfuerzo historicista aplicado a una descripción de la emergencia y desarrollo del conocimiento científico ha encontrado una vía privilegiada de investigación característica de la segunda mitad del siglo XX. Se trata de la denominada epistemología histórica. Su enfoque implica una anomalía si se le compara con los habituales tratamientos teóricos, al estilo de la filosofía de la ciencia, mismos que intentaron describir los fundamentos de toda representación científica. Lo anterior supuso introducir una reflexión trascendental, la única manera que la filosofía encontró para alcanzar esos fundamentos que presentaban rasgos de fuerte incondicionalidad. El presupuesto central de este tipo de planteamiento era aquel que consideraba que las diversas lógicas de investigación no se encontraban capacitadas para transparentar esos principios. Así, en tanto que son considerados invariables y comunes a las diferentes disciplinas científicas, sólo una reflexión llevada a cabo por encima de esas diferentes lógicas estaba en aptitud de describirlos. De esta postura se derivaba una orientación que consideraba que las condiciones necesarias para producir conocimientos sobre lo real no puedían estar en dependencia alguna de marcos históricos o sociales. Tanto la denominada filosofía de la ciencia como la historia de la ciencia clásica asumieron acríticamente este postulado. Esto resulta paradójico aplicado a la historia de la ciencia tradicional ya que terminaba por asumir que toda condición cognitivas se muestra invariable y supratemporal. El resultado, a todas luces problemático, fue una deshistorización del conocimiento científico. Si bien ha sido difícil establecer un análisis en sentido contrario a esta pesada tradición, no es ya posible dejar de considerar que la reflexión trascendental ha perdido plausibilidad, a la par que el impulso historicista ganaba consistencia reflexiva.
En la actualidad, la propia investigación en teoría del conocimiento exige desplegar perspectivas que muestren cómo las diferentes formas en que se gesta la producción científica son sólo posibles a partir, no de principios, sino de configuraciones históricas particulares. Una vertiente que si bien no nace fuera de las fronteras del pensamiento filosófico, y que ha tendido rápidamente a convertirse en modalidad historiográfica, es la denominada epistemología histórica, misma que aporta herramientas conceptuales y teóricas para afrontar una tarea como la planteada. La cuestión que la epistemología histórica sacó a la luz puede ser formulada de la siguiente manera: ¿bajo qué criterios es posible estudiar a la cognición científica como un producto directo de condiciones que están al nivel mismo de la historicidad? Esta interrogación es central puesto que alude directamente a algo que la propia investigación en historia de la ciencia, al tipo de la desarrollada por Kuhn, ha puesto al descubierto. Si la crítica a los postulados empiristas es ahora común en el terreno de la investigación científica, no parecería simplemente un descuido que la historia de la ciencia se eximiera de sacar las conclusiones del caso en sus propias revisiones. En algunas de esas narraciones históricas que se dan por objeto la producción de conocimientos científicos se movilizan todavía añejos presupuestos positivista. Llama la atención lo anterior dado que ese equívoco arroja consecuencias de gran envergadura para un esfuerzo de historización que termina encontrando en los límites de carácter contingente la condición misma del conocimiento científico. Una manera por la cual se esquiva toda referencia empirista en las nuevas modalidades de tratamiento cognitivo, por ejemplo, en el constructivismo o en las propias ciencias cognitivas, es asumiendo la circularidad que supone todo planteamiento histórico. Esto es, si los objetos de deliberación son sólo posibles de ser tratados por la introducción de marcos históricos precisos, esos mismos marcos determinan la propia mirada del investigador, en este caso del historiador de la ciencia o del propio científico. Si hay un esfuerzo que ha destacado precisamente por asumir directamente esta limitación es la llevada a cabo por Michel Foucault en sus obras denominadas arqueológicas. Si se trata de analizar la condición epistémica de las ciencias modernas, el aporte de las investigaciones arqueológicas no puede ser considerado menor. Precisamente, la obra mencionada de Foucault puede ser analizada como una variante de la epistemología histórica . Ya no se trata de analizar los conocimientos científicos y sus cualidades referenciales, sino de establecer una descripción de los órdenes operativos, al nivel de las condiciones enunciativas, vinculadas con determinadas posibilidades de visualización, donde esos órdenes están condicionados y se despliegan de manera sistémica. Ambos aspectos, condicionalidad enunciativa y operación sistémica, se conjugan en la mirada histórica que Foucault propuso como estudio arqueológico.
A partir de un ejercicio de lectura sistemático de La arqueología del saber se busca establecer las posibilidades reflexivas que ofrece esta vertiente de epistemología histórica. Se entiende que la historia de la ciencia, implicada en este enfoque historicista, encuentra su lugar como investigación científica aplicada a la propia investigación científica. Esta situación circular que exhibe la epistemología histórica en la obra foucaultiana, termina siendo un rasgo central en el pensamiento epistémico de fin de siglo. La situación de circularidad aludida, permite abordar una cuestión central: ¿qué transformaciones en el orden de lo pensable permiten dar prioridad a las situaciones temporales como elementos condicionantes para el conocimiento en general, cuando esas mismas condicionalidades actúan al nivel de lo pensable mismo? Analizar esta compleja disposición, que vuelve posible una ampliación significativa en el espectro de los saberes modernos, debe permitir también precisar la naturaleza cognitiva que la reflexión sobre las ciencias adquiere desde entonces. A esto Foucault le denominó a priori histórico, noción que busca aprehender tanto las condiciones de emergencia como los diferentes límites que se les impusieron a esas formas cognitivas.
Pero estos objetivos no se quedan en un nivel teórico, sino que alientan una visión más amplia del proceso metódico que caracterizó a las investigaciones foucaultianas sobre la emergencia de las ciencias desde el siglo diecinueve. ¿Qué efectos arroja para la propia autocomprensión de las ciencias que ahora es tónica común, al expandir sus relaciones con la propia investigación social? No sólo se busca precisar ese conjunto de a prioris históricos, sino dibujar el proceso de transformación histórica que sufrió dicha autocomprensión a lo largo del siglo XX. Ambos aspectos pueden ser abordados mostrando qué tipo de consistencia conceptual y metodológica fue adquiriendo la arqueología como epistemología histórica, al punto de imposibilitar ya para la segunda mitad de ese siglo aquella definición clásica de la ciencia como productora de conocimientos objetivos.
Paralelamente a estos aspectos particulares, el seminario puede además problematizar la propia lectura de esa obra Michel Foucault. Esto tiene que ver con ese índice de condicionalidad y con la operación como orden sistémico, asuntos ya planteados. ¿Es posible una lectura sistémica de esta obra y qué supone tal cosa? En ese sentido, se trata de identificar aquello que puede ser considerado como aportes importantes para una discusión que está más allá no sólo de las intenciones de Michel Foucault, sino de su propio ámbito temporal. Si en la actualidad las reflexiones epistemológicas transitan hacia visiones sistémicas, y el ejemplo de Niklas Luhmann no es el único de ser mostrado, ¿qué implicaciones se pueden sacar de La arqueología del saber para enriquecer ese cruce multidimensional entre enfoque histórico y enfoque sistémico?
De tal forma que el seminario tendrá como centro ese ejercicio de lectura de la obra mencionada de Michel Foucault. Es la bibliografía central, por lo que las diferentes sesiones se organizarán de acuerdo a los avances de lectura que previamente se determinan en este programa. La estrategia central consiste ejercer una lectura completa del libro y en organizar una exposición relacionada con un conjunto de problemáticas epistemológicas actuales. Las orientaciones centrales, las presentaciones, así como las delimitaciones temáticas, serán responsabilidad del profesor/coordinador. Se explorarán en este mecanismo de trabajo tanto las formas de procedimiento metódico, de aplicación conceptual, de instrumentación explicativa, así como de deliberación teórica desarrollada del propio texto. En total el seminario se desarrollarán en 4 sesiones de trabajo, de 4 horas cada una.
Pero ello supone, además, tomar en cuenta las líneas de conexión con otras temáticas, reflexiones, tradiciones teóricas, que el propio texto plantea respecto a sus contextos múltiples. Frente a la consistencia interna del objeto textual, se articulan puntos de cruce que obligan a un análisis de sus diferentes exterioridades. En otra dimensión a lo que se ha planteado arriba, se trata también de cuestionar el ejercicio mismo de la lectura que se revela central para el trabajo científico y filosófico. Esto va más allá de la problemática anexa sobre qué supone leer a Foucault desde el campo de la historiografía en una situación histórica diferenciada. Lo que arroja como consideración la necesidad de revisar la pertinencia de los propios enfoques hermenéuticos habituales y frente a los cuales Foucault mismo se mostró renuente.